PASIÓN




¿Sabes que es la pasión?

La respuesta más común para esta pregunta puede ser un simple sí, sin ninguna definición adicional, bien  se sabe que los sentimientos no son muy fáciles de expresar en palabras.

Al realizar una encuesta a un grupo de jóvenes sobre este término, algunos de ellos no tenían  idea del significado de la palabra, otros dijeron  que la pasión es un amor fuerte por algo o por alguien y que  ésta es  la fuerza que nos motiva a luchar por lo que queremos.

La pasión es definida como una emoción intensa que engloba el entusiasmo o deseo por algo y ese algo puede ser una persona, un ideal u objeto. Es algo muy profundo que nace desde nuestro interior y nos lleva a tener ciertas actitudes o cambios en nuestra forma de ser y pensar.


Al apasionarnos somos capaces de hacer cualquier cosa o al menos así creemos, pero ¿estoy dispuesto/a a sacrificarme por ese algo o alguien? ¿Soy capaz de dar mi vida por esto que tanto quiero? ¿Sigo estando motivado/a  a luchar en momentos de dificultad?

Qué me dicen de una chica que espera largas horas en una fila para obtener un autógrafo de su cantante favorito, y después de su espera, éste se niegue a recibirla? ¿Qué creen? ¿La chica seguirá con la misma emoción? Yo diría que no, hasta puedo asegurar que disminuirá su pasión por este ídolo.

Nuestras pasiones muchas veces dependen de ciertas circunstancias y a veces son motivadas por las ambiciones y deseos desordenados. Hay pasiones que tienden a desaparecer  cuando requieren de un sacrificio personal.


Un verdadero ejemplo de pasión nos lo dio Jesús, su amor por ti y por mi fue tan grande que fue capaz de sacrificar voluntariamente su vida por nuestra salvación, cargó en sus hombros el peso de nuestros pecados, tuvo que soportar humillación y rechazo de los seres que más amaba, fue burlado, golpeado sin piedad y sobre todo traicionado y abandonado por aquellos que decían seguirle hasta el final. Su amor incondicional lo llevó hasta el extremo no se conoció ni se ha conocido amor tan grande como este.

El amor de Jesús hacia nosotros no disminuyó en la cruz sino que se fortaleció aun más, tanto nos ama que después de cumplir su misión en su muerte y resurrección quiso quedarse con nosotros y nos sigue ofreciendo su cuerpo y sangre en la Eucaristía para hacer de nosotros su morada.   








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